Perspectiva teórica y práctica de las necesidades de formación del directivo docente
Para el objeto de esta investigación, se entienden como necesidades de formación del directivo docente las posibilidades de desarrollo y mejora en el ejercicio de su tarea directiva. Estas posibilidades, de acuerdo con la unidad de la persona, se pueden abordar y comprender desde las siguientes dimensiones:
Desarrollo personal y social. Hace referencia al modo de ser y de comportarse (virtualidad, habilidades morales y sociales, hábitos intelectuales y prácticos), a su capacidad para interactuar positivamente con agentes educativos y ayudar a educar a otros, a su capacidad de aceptación del otro y de donación personal. Es la valoración que hace de sí mismo con relación a sus cualidades personales y su capacidad moral, para ayudar a mejorar a otros (agentes educativos) desde su propio perfeccionamiento.
Desarrollo profesional. Hace referencia al mo do de hacer o capacidad técnica (racionalidad, competencia profesional) para realizar las tareas propias de su acción directiva: gestión pedagógica, gestión administrativa y social. También incluye la valoración que hace de su capacidad de aprender y hacer que otros aprendan, para generar cambios y mejoramientos, nuevos conocimientos e innovaciones; transmitir y sistematizar experiencias y aprendizaje. Es la valoración que hace de su capacidad directiva para ejercer su función o tarea en las instituciones educativas.
Cuando se interpela sobre las necesidades de formación del directivo, las respuestas muestran una relación o conexión con las descripciones referentes a las tareas o funciones de los directivos de instituciones educativas, que pueden haberse inferido de un cuerpo legal, deontológico, técnico o científico, pero también de su misma práctica. Las necesidades de formación se podrían describir de un modo normativo y prescriptivo desde la teoría; sin embargo, el interés de la investigación se orienta a trabajar más sobre los hechos recogidos en el terreno y los saberes profesionales del directivo.
Desde esta mirada, la exploración de las necesidades de formación del directivo docente se pueden explicar y describir a partir de:
1. Unos saberes teóricos de carácter científico y técnico, propios de las diferentes disciplinas con las que se articula la acción directiva, percibidas como necesarias por agentes externos o por el mismo directivo, de acuerdo con la misión que le ha sido otorgada. Por ejemplo:
La antropología: remite al directivo al conocimiento de quién es la persona como pilar de la organización, las características propias, las finalidades del ser humano que le permiten luego dar el trato que merece la persona, y orientar la organización a la satisfacción de sus necesidades reales.
La ética: aporta criterios y referentes fundamentados en principios de actuación y en las virtudes morales y sociales, como base para la convivencia, el comportamiento y la interacción entre los partícipes de la organización. El desarrollo de una actitud ética en el directivo es la clave para el cumplimiento de los fines específicos, humanos y sociales de las organizaciones y para la toma de decisiones
La pedagogía, como ciencia de la educación, le permite al directivo conocer la esencia de su tarea: la formación de personas. Aporta la visión educativa que requiere para dirigir la institución educativa, el conocimiento educativo y pedagógico necesario: qué es educar, su naturaleza y finalidades, y cómo se educa.
La administración: aporta los conocimientos técnicos, las herramientas básicas. Planear, hacer, verificar, actuar en función de los procesos y de los recursos humanos, técnicos, físicos y financieros; enseña las técnicas para movilizar y gestionar los diferentes recursos.
Los conocimientos jurídicos: aporta el conjunto de normas y leyes que regulan las organizaciones educativas y la educación; esto es, conocimiento de la legislación y la política educativa, como un referente importante para su gestión.
Conocimiento investigativo: aporta las herramientas básicas para conocer y diagnosticar sobre su contexto local, nacional e internacional, identificar tendencias y enfoques, y para adoptar una actitud reflexiva sobre su propia práctica.
2. Unos saberes de acción, que proceden de la formación, de la práctica y de la experiencia vivida en las instituciones educativas; percibidas por el mismo directivo como necesarias, y aquellas que él considera que por su misión o rol su comunidad le exige dominar.
La importancia de consultar las necesidades de formación de directivos, a partir del análisis crítico que ellos mismos realicen, reflexionando sobre su propia práctica, tiene como finalidad reconocer que "los directores, a partir de su experiencia profesional, adquieren unos conocimientos, unas capacidades y unas competencias de un orden por completo diferente de los conocimientos y saberes objetivos" (Garant Michele, en Peletier Guy, 2003: 120).
La participación de los directivos docentes en la exploración de sus necesidades de formación se explica por el legado tan rico que poseen, y por lo mismo pueden comprender lo que pasa en el centro educativo, mediante la reflexión sobre su propia práctica. Precisamente por esa intensidad de su dedicación a lo institucional, los directores son unos de los principales agentes depositarios del conocimiento práctico acerca de las organizaciones escolares, y al mismo tiempo constituyen uno de los más claros receptores potenciales del conocimiento teórico (Llorent, Vicente, 1998).
Los saberes de acción son descripciones o enunciados de tipo teórico, metodológico y práctico, surgen de la estrecha relación entre saberes, formación y experiencia. Consisten en un saber interpretado, contextualizado, personalizado y movilizado por una lógica de la acción, que los directivos son capaces de reconocer como fruto de la reflexión, de la toma de distancia o de perspectiva y de la descripción. Son saberes objetivados y adquiridos, enunciados e inferidos, que integran contexto, identidad personal y diferentes tipos de saberes.
La formación de directivos docentes
La oferta de formación para la gestión y la política educativa, según los resultados de los estados de enseñanza de la gestión y de la política educativa en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Honduras, México y Uruguay, dan cuenta de una tensión entre el dinamismo innovador e inercias conservadoras. La oferta recoge diferentes situaciones, que van desde ofertas nuevas, con elementos innovadores, hasta adecuación a nuevas demandas; otros siguen con sus ofertas tal y como fueron creadas desde hace varias décadas, y algunos pocos, en países de gran confictividad, han dejado de funcionar. El nivel de oferta es heterogéneo en los siete países, donde existen aproximadamente 987 programas. En Colombia hay 37, de los cuales 36 son de postgrado.
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